¿Por qué debería ver Evangelion?

Neon Genesis Evangelion es una serie icónica para todo entusiasta del manganime. Tanto por el impacto que tuvo en su emisión original, como por las incontables influencias que ejerció—y sigue ejerciendo—sobre obras posteriores. Ahora bien… ¿hasta que punto conserva su lustre 25 años después? Coincidiendo con su estreno en Netflix, intentaré responder a esa pregunta.

Como medio audiovisual, las series animación japonesas son ya un fenómeno transgeneracional. De entre los cuatro gatos que lean esta entrada habrá perfiles de consumidor muy distintos. Quizá haya veteranos que la vieran en su día en algún canal autonómico y apenas la recuerden. Probablemente tendremos gente muy joven, que conocerá la saga por las más recientes pelis del ‘rebuild’. Otros habrán visto capítulos sueltos, les sonará por su aura de prestigio, o puede que a algunos el nombre no les diga absolutamente nada. Pues para todos ellos va dirigido este texto.

La idea es desarrollar una breve explicación de todos y cada uno de los apartados que convierten a la serie en una de las mejores de la historia. Estructurado en forma de análisis, pero evitando cualquier tipo de spoiler. Todo con el objetivo de ofrecer una serie de claves que faciliten la apreciación de los diferentes aspectos que integran esta magna obra. Tanto si lo que escribo captura tu curiosidad y le das una oportunidad, como si ves que no va contigo y te ahorro unas cuantas horas de tu vida; creo que es un buen servicio a la serie y a la comunidad. Así que allá vamos.

¿Por qué debería ver Neon Genesis Evangelion?..

 

1. Por su animación imperecedera.

Estamos frente a una animación tradicional, realizada de forma completamente artesanal, y pese a lo cual ha envejecido mejor que casi todas las series de su época. Los combates siguen siendo trepidantes, y las composiciones visuales no han perdido ni un ápice de su fuerza original. Si no le pedimos peras al olmo, podremos apreciar la ingente cantidad de talento invertido en cada escena.

 

2. Por su ambientación genuína.

La serie bebe de la ciencia ficción de su época a la hora de imaginar un futuro cercano y post-cataclísmico. Desde la perspectiva actual, es una atractiva mezcla de elementos ‘retro-noventeros’ con influencias gundam y cyberpunk. Pero en conjunto resulta mucho más próxima al mundo real que a la fantasía futurista. Ello le otorga una atmósfera única, sin renunciar en ningún momento al toque nipón, fiel reflejo de la sociedad que la engendró.

 

3. Por su cautivadora estética.

Evangelion está plagada de imágenes poderosas que se quedan grabadas a fuego en la memoria. Surgen de una atención por el detalle extrema, así como de un hábil manejo de los contrastes durante los momentos más climáticos. Es esa dualidad plasmada en pantalla: la vida frente a la muerte, la esperanza surgida de la desesperación, o lo hermoso que deviene en lo horrible. Todo ello hace de NGE una experiencia audiovisual tan magnética, y tan inolvidable.

 

4. Por sus conflictos interpersonales.

Surgidos del plumín del maestro Yoshiyuki Sadamoto, y definidos en su psique por el mismo Hideaki Anno: los personajes de la serie son uno de los apartados más trabajados—y  controvertidos—de la serie. Es importante entender que todos los protagonistas cargan con algún tipo de transtorno de personalidad, y que esos rasgos han sido introducidos de forma deliberada: esas taras distorsionan su visión del mundo y condicionan su interacción con los demás. El resultado le permite explorar a fondo áreas de la personalidad humana que suelen ser obviadas en obras similares, a costa quizá de perder al tipo de público que nececesita sentirse estrechamente identificado con los personajes—cosa que nunca he entendido, pero es una crítica común, así que advertido queda—.

 

5. Por su apoteosis sonora.

Soberbia banda sonora. Grandilocuentes secciones de viento y percusión acompañan a los combates, creando una atmósfera enérgica, que se debate entre la marcha triunfal y los timbales de guerra. Paralelamente, los segmentos más emocionales e introspectivos se ven asistidos por hermosas melodías, calmadas e intimistas, que funcionan como catalizador definitivo de todo el conjunto.

 

6. Por su estructura irrepetible.

Evangelion se trata de una obra original para televisión. Es de esos raros casos en que el manga se adapta a partir del anime, y no al revés. Todo está hecho ex-profeso para funcionar bien en pantalla, dotándola de un desarrollo fresco y dinámico para los estándares de su época. Eso también acarrea otra significación: en su momento hubo que pelear por retener audiencia capítulo a capítulo, lo que se traduce en enfoques muy variados para los episodios: unos son festivales de acción y desenfreno, otros son muy reflexivos y pausados, otros puros desvaríos psicológicos, y no faltan también los más desenfadados. El tono general de la serie es dramático, pero pese al enfoque variopinto, son capaces de funcionar como un todo sin desentonar, ni perder pegada narrativa. Pero es importante saber que, como espectadores con gustos particulares que somos, algunos capítulos pueden desafiar nuestra paciencia.

 

7. Por su sangre, sudor y lágrimas.

Estamos ante una serie violenta: a pesar de no recrearse demasiado en ello, o aunque los años jueguen en su contra. Sigue albergando escenas impactantes, de gran crudeza. Pero más allá de la violencia física, Evangelion se sirve de una sofisticada e implacable violencia psicológica, administrada en los momentos clave—y a veces en sinergia con el gore—para provocar una reacción en el espectador.

 

8. Por su ambicioso bagaje argumental

La obra tiene fama de ser enrevesada, pero no es incomprensible. Cierto es que la serie no se detiene para explicar al detalle cada hecho de su universo… porque tampoco necesitas conocerlos para disfrutarla, ni para ser receptáculo de sus mensajes. El trasfondo de Evangelion se construye mediante las revelaciones de sus personajes—que vienen dadas por guión—, junto con las nociones que se infieren del propio entorno. Por último: existe bastante lore —de fuentes oficiales—que permite encajar hasta la última pieza del rompecabezas, pero éste debería ser consultado a posteriori y sólo por quienes quieran profundizar aún más. Por lo demás, la serie se nutre de simbolismos y conceptos extraídos de fuentes tan dispares como son la tradición judeocristriana, la psicología clínica o la filosofía; y así consta de insondables capas de significado que invitan a revisitarla varias veces. Por eso es fundamental que los espectadores no se agobien por no entender algo a la primera, y se dejen conducir por la mente de su creador.

 

Vale, me has convencido… ¿Alguna otra recomendación?

No ver de buenas a primeras los episodios 25 y 26. Corresponden a un final alternativo que sucede de forma introspectiva. El equipo apostó originalmente por esta conclusión al verse asfixiados por los plazos y la carestía presupuestaria, pero en realidad no es más que una digresión filosófica que poco o nada tiene que ver con los hechos acaecidos. Por eso es mejor ver los episodios 1 al 24, y saltar directamente a la película ‘The End of Evangelion’—que supone la conclusión real de la serie, y la apoteosis de su creador—. Así pues, los episodios 25 y 26 recomiendo verlos después de The End of Evangelion, como una suerte de material complementario.

Y ya para terminar, me dirijo a los neófitos en la serie y su universo: espero que este texto haya logrado captar vuestra curiosidad, como primer paso de una senda fascinante.

Deja un comentario